¿Cómo sobreviven los astronautas en la Estación Espacial?

Estación Espacial Internacional

Seguramente muchas veces te habrás preguntado como hacen los astronautas de la ISS para sobrevivir encerrados en la estación durante meses. ¿Les llegarán recursos cada semana? ¿O los enviarán con los recursos necesarios para una temporada y después vuelven?

Teniendo en cuenta que enviar medio kilo de carga cuesta alrededor de 10.000 dólares, lanzar suministros a la Estación Espacial de forma reiterada se volvería extremadamente caro y complicado. Y condicionar la estancia de los astronautas a una disponibilidad limitada de recursos complicaría mucho la viabilidad de las expediciones espaciales.

Entonces, ¿cómo sobreviven los astronautas en la Estación Espacial Internacional?

Soluciones eficientes

Lo primero y lo más necesario; el agua. Muchos pensarían que la solución más lógica es enviar todo el agua necesaria junto a la tripulación en el primer lanzamiento. Pero eso implicaría ocupar una gran proporción de espacio que podría aprovecharse para otros suministros o equipo de necesidad. Además del peso adicional que implicaría, incidiendo en el consumo de combustible.

El astronauta de la NASA Chris Cassidy, ingeniero de vuelo de la expedición 36, en el nodo Unity de la Estación Espacial Internacional observa cómo una burbuja de agua flota libremente entre él y la cámara, mostrando su imagen reflejada.
El astronauta de la NASA Chris Cassidy, ingeniero de vuelo de la expedición 36, en el nodo Unity de la Estación Espacial Internacional observa cómo una burbuja de agua flota libremente entre él y la cámara, mostrando su imagen reflejada.

Entonces, ¿enviamos el agua aparte, en otro lanzamiento? Tampoco. El coste sería elevado y no hay garantías al 100% de que pudiera llegar de una pieza. Si enviásemos los recursos por separado y estos, por la razón que fuera, no llegasen, para enviar la siguiente carga habría que esperar bastante tiempo, lo cual no es una opción.

Pues… ¿de dónde obtienen agua los astronautas? De ellos mismos.

Ya sea por las gotas de sudor, la condensación por respirar o la orina, todos estos residuos se procesan con un avanzado sistema de filtración capaz de generar agua limpia y potable. En otras palabras, los astronautas reciclan el H2O de su propio cuerpo. De hecho el 85% del líquido de nuestro cuerpo se puede convertir en agua limpia.

Realmente si se envían suministros en cargas separadas a la ISS, pero este sistema es otro más que ayuda a aliviar la dependencia de estas cargas, y ahorrar costes y recursos.

Todo esto es posible gracias al WRS (Water Recovery System), un sistema similar al que quiere emplear Bill Gates con sus retretes para ahorrar agua. Los residuos que los astronautas desechan caen en un compartimento centrifugado que hace girar el agua a altas velocidades y temperatura, hasta al punto de que el líquido se evapora. ¿Y que ocurre ahí? Se acumula condensación y a partir de esta, agua condensada que entra en un tanque externo.

Miembros de la expedición 19 bebiendo agua del Water Recovery System, 2009
Miembros de la expedición 19 bebiendo agua del Water Recovery System, 2009

Todos los residuos pasan por sus propios sistemas de filtración y van a parar al mismo tanque, luego el líquido acumulado se mueve a un “separador” donde se limpia de olores, para posteriormente pasar por una serie de filtros más, se calienta de nuevo, se desinfecta, y al final de todo el proceso se obtiene agua limpia y potable.

Respirando en el espacio

Lo más interesante de todo el proceso explicado atrás tal vez no sea el hecho de que reciclen hasta la última gota de residuos propios para generar agua potable, sino que de esa misma agua sacan oxígeno.

¿Qué es el agua? Un compuesto formado por dos átomos de hidrógeno (H2) y uno de oxígeno (O). Mediante un proceso llamado electrólisis hemos aprendido a extraer el oxígeno del agua, sencillamente pasando una corriente eléctrica a través de las moléculas del agua para descomponerlas.

Maqueta del Sistema de Control Ambiental y Soporte Vital (ECLSS) de la NASA, idéntica a la que se encuentra actualmente en la Estación Espacial Internacional.
Maqueta del Sistema de Control Ambiental y Soporte Vital (ECLSS) de la NASA, idéntica a la que se encuentra actualmente en la Estación Espacial Internacional.

Tras la electrólisis obtenemos dos átomos de hidrógeno y uno de oxígeno puro. Esas moléculas de oxígeno se recogen en un cilindros aparte, y tienen la capacidad de aportar oxígeno para respirar fácilmente.

¿Y qué ocurren con las moléculas restantes de hidrógeno? Como podemos suponer, la NASA no escatima y reaprovechan al máximo su utilidad a todo. Mientras que respiramos oxígeno (O), también exhalamos dióxido de carbono (CO2). Igual que hacen con el sudor y demás líquidos corporales, el dióxido de carbono que desprendemos puede aprovecharse.

Mediante un proceso conocido como “reacción de Sabatier“, mezclan el hidrógeno restante con el dióxido de carbono que expulsamos en un proceso que los presiona a altas temperaturas para transformarlos, con ayuda de un catalizador de níquel, en agua (H2O) y metano (CH4).

Como podemos ver, la Estación Espacial cuenta con un procedimiento que se retroalimenta bastante. Aún así cabe destacar que no es 100% independiente de la Tierra.

Con este proceso tienen la capacidad de generar 2kg de oxígeno por día, lo suficiente para dos personas. Pero tras el lanzamiento reciente de la NASA y SpaceX, junto a los otros tres tripulantes que ya había en la ISS, actualmente hay cinco miembros en la estación.

Así que volviendo líneas atrás, sí se envían recursos de la Tierra a la Estación, pero para compensar la diferencia faltante. Uno de los propósitos más importantes de la exploración espacial es la de facilitar la autosuficiencia de las tripulaciones, que requieran la mínima dependencia posible.

¿Y qué ocurre con la comida?

En el lanzamiento reciente, por ejemplo, no solo está pensado para llevar nuevos tripulantes a la Estación, si no también suministros. Entre ellos comida.

Y pensaremos todos, seguramente la tripulación de la ISS se alimente a base de comidas ligeras, que ocupen poco y no sean bombas de relojería intestinal, pero la realidad te sorprendería. Entre las numerosas opciones, los astronautas de la NASA comen fruta, pollo, nueces, carnes, mariscos, brownies… ¡incluso dulces! Tampoco faltan esos pequeños placeres como el café o el té. Uno de los pocos requisitos respecto a la comida es que no desprendan demasiados restos al consumir. Por lo demás, todo es válido.

Astronautas de la Estación Espacial Internacional haciendo pizza
Astronautas de la Estación Espacial Internacional haciendo pizza. Video

Pero igual que el agua y el oxígeno, ¿es posible generar nuestros propios alimentos en el espacio? Es una tarea complicada dado que la ausencia de gravedad dificulta el crecimiento de las plantas en la Estación. Pero es un reto que se está investigando y poco a poco se van logrando avances importantes.

En 2015 los miembros de la expedición 44 lograron cultivar lechuga en el espacio, todo un milagro. El proceso fue posible colocando las semillas en un caja vegetal con lámparas rojas, azules y verdes, y el resultado final fue una lechuga que incluso sabía igual que la de la Tierra. La razón de que se haga así se debe a que, pese al tamaño de la Estación Espacial Internacional, no dispone del espacio necesario para realizar huertos siquiera pequeños.

Shane Kimbrough, miembro de la expedición 49/50, posa con una lechuga frente al módulo 'Veggie' de la Estación Espacial Internacional, en una misión del 2016
Shane Kimbrough, miembro de la expedición 49/50, posa con una lechuga frente al módulo ‘Veggie’ de la Estación Espacial Internacional, en una misión del 2016

Como puedes ver, detrás de todos estos procesos hay un denominador común: la autosuficiencia. Si queremos construir bases en la Luna o incluso llegar a Marte, es importante que aprendamos a ser autosuficientes en el espacio u otros entornos fuera de la Tierra. Por eso mismo la Estación Espacial Internacional juega un papel muy importante para la exploración espacial, y es que todo lo se aprenda allí, luego será posible aplicarlo en futuras misiones que llevarán a la humanidad más lejos.

Este artículo ha sido publicado por un colaborador invitado.
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