Las 22 muertes espaciales de astronautas: cómo ocurrieron y lo qué hemos aprendido

Más de 60 años han pasado desde que despegó la carrera espacial alzando hasta cotas inimaginables los logros de la humanidad, desde el primer satélite artificial enviado al espacio hasta la construcción de una Estación Espacial Internacional, pasando por la primera vez que pusimos un pie en la Luna.
Y la carrera sigue, en las últimas décadas hemos logrado reutilizar cohetes con gran precisión y a un coste muy reducido, la NASA vuelve a enviar a sus astronautas desde los Estados Unidos, y ya tenemos las miras puestas en volver a la Luna e ir a Marte. La cosa evoluciona a pasos agigantados.
Pero todo ha sido un camino de rosas en esta trayectoria, a lo largo de la historia han sido muchos los accidentes espaciales, algunos de ellos cobrándose vidas humanas. A continuación repasamos todas las muertes de astronautas que se han dado desde que despegó la exploración espacial hasta el día de hoy, cómo ocurrieron, y qué hemos aprendido de ellas.
Laika
Todos conocemos a Laika, el primer ser vivo en viajar al espacio y en orbitar la Tierra. Lo hizo a bordo de la nave soviética Sputnik 2 el 3 de noviembre de 1957, apenas un mes después del lanzamiento de la Sputnik 1, el primer satélite artificial de la historia.

Laika fue una perra espacial soviética rescatada de las calles de Moscú junto a otros perros abandonados, y entrenada para resistir en pequeños habitáculos, con sus múltiples aceleraciones, ruidos y vibraciones de todo tipo.
La nave en la que fue lanzada al espacio no disponía de un sistema de retorno y desde el principio contaban con que inevitablemente moriría en el espacio. En un comienzo se dijo que Laika murió de forma controlada mediante una mezcla de sedante y veneno que se encontraba en su comida, pero décadas después, en 2002, se reveló la verdadera causa de su muerte, derivada de una combinación entre el estrés sufrido y el sobrecalentamiento ocasionado por un desperfecto del sistema de control térmico de la nave.
Un capítulo polémico, y aunque pudiera parecer una faceta cruel viniendo del ser humano lo cierto es que su viaje al espacio tuvo un significado importante para la exploración espacial: gracias a Laika pudimos comprobar que un organismo vivo es capaz de sobrevivir en gravedad cero. Laika abrió las puertas a la exploración espacial humana, y sin ella, citando a Neil Armstrong, nunca habríamos dado un “gran paso para la humanidad”.
Tras Laika no se volvieron a lanzar más animales al espacio por parte de ninguna agencia espacial. De los doce perros que la Unión Soviética envió al espacio solo cinco regresaron con vida a la Tierra.
Valentín Bondarenko
El primer ser humano y primer astronauta en morir a consecuencia la carrera espacial, aunque no fuera realmente en el espacio. El 23 de marzo de 1961 Bondarenko se encontraba realizando una prueba de resistencia en una cabina de presión que contenía hasta un 50% oxígeno puro. Tras completar la rutina de la prueba Bondarenko se quitó algunos biosensores de control y procedió a limpiarse con un trozo de algodón empapado en alcohol. La bola de algodón cayó sobre una placa la cual estaba caliente debido a que se utilizó para preparar una taza de té, el algodón se prendió, Bondarenko trató de apagar las llamas con la manga de su mono de lana el cual también se incendió, provocando una reacción en cadena que acabó por consumar todo el oxígeno de la cabina.

Dada la presión que había dentro y que el cierre era hermético, no pudieron abrir la escotilla hasta pasada media hora. Toda la ropa de Bondarenko se había desintegrado y sufría de quemaduras de tercer grado en casi todo el cuerpo: solo sus pies fueron protegidos de las llamas gracias a sus botas. Falleció por shock dieciséis horas después del accidente, dejando atrás esposa e hijo.

Bondarenko era popularmente conocido entre la URSS por su aparición en películas y grupos de cosmonautas soviéticos, pero su accidente no se hizo público hasta 1980, alimentando los rumores sobre muertes eventuales de otros cosmonautas en experimentos fallidos, dada su repentina desaparición del foco público.
5 años después algunas publicaciones científicas de medios estadounidenses se hicieron eco de la peligrosidad letal de un ambiente de alta presión con un 100% de oxígeno, aunque aquello no impidió que sucediera la siguiente tragedia de la exploración espacial:
La tripulación del Apolo 1
Uno de los hechos más criticados de la muerte de Valentín Bondarenko fue precisamente que la URSS decidiera ocultar su muerte durante 20 años, algo que podría haberle evitado a la NASA el accidente que sufrió la tripulación del Apolo 1. La situación fue bastante similar, el 27 de enero de 1967 durante una simulación de lanzamiento hubo un incendio que acabó con la vida de los astronautas Gus Grissom, Ed White y Roger Chaffee, la razón: la atmósfera de cabina estaba cargada de oxígeno puro.

Se trató de una simulación que en un comienzo se consideró no peligrosa al no realizarse en un vehículo de lanzamiento, ni en la nave espacial, ni por estar cargada de combustible ni propelente: todos los sistemas pirotécnicos estaban desactivados. Inmediatamente Grissom notó un olor extraño en el ambiente, pero las pruebas no determinaron ninguna causa y se reanudaría la prueba. Pasados tres minutos se procedió a cerrar y sellar la escotilla la cual solo podía manipularse desde dentro, y se empezó a reemplazar el aire de la cabina por oxígeno puro por encima de la presión atmosférica.
En algún momento se registró un corte transitorio en la tensión de la cabina, diez segundos después Chaffee comenzó a forcejear y White alertó de un incendio a la vista: en los siguientes seis segundos continuos gritos de terror y a los quince segundos se cortó abruptamente la comunicación. La intensidad del fuego se propagó rápidamente en esos quince segundos y fueron necesarios hasta cinco minutos para poder abrir las escotillas sin correr ningún riesgo. Pero ya era tarde, Grissom, White y Chaffee perdieron la vida y sus cuerpos se fundieron junto al traje de nailon.

Tras aquello hubo una investigación y la NASA se vio en la obligación de cambiar por completo el diseño de la nave Apolo con fin de garantizar su uso en las misiones tripuladas y evitar más accidentes como este. Se concluyó que el módulo de mando era extremadamente peligroso y en algunos casos, ensamblado sin precaución.
Estas son algunas de las medidas que se adoptaron en consecuencia:
- La nave restante del accidente se utilizó únicamente para vuelos de prueba no tripulados del cohete Saturno V.
- La atmósfera de la cabina se redujo del 60% de oxígeno y 40% de nitrógeno a presión del nivel de mar: 14,7 psi.
- Los trajes pasarían a usar tela no inflamable, altamente resistente, con tejido de fibra de vidrio y recubierta con teflón.
- La escotilla sería rediseñada para que pudiera abrirse hacia el exterior y en menos de diez segundos, con un sistema basado en cartuchos de nitrógeno a presión para evitar aperturas accidentales.
- Todos los materiales inflamables de la cabina fueron sustituidos por materiales autoextinguibles.
- Todo el cableado pasaría a estar cubierto con aislamiento de protección, a lo que se incluyen también más de 1400 problemas de cableado que se corrigieron.
Vladímir Mijáilovich Komarov
Volviendo a la Unión Soviética, el coronel Vladímir Mijáilovich Komarov perdió su vida en lo que sería el primer vuelo tripulado de la nueva serie de naves espaciales del programa Soyuz. Concretamente, perdió su vida como el único tripulante de la Soyuz 1.

El lanzamiento ocurrió el 23 de abril de 1967 y una vez en órbita empezaron los problemas. Uno de los paneles solares de la nave no se desplegó como debía ni tampoco el detector de estrella, necesario para la navegación de la nave. Con estos inconvenientes Komarov no podía controlar la altitud, un aspecto crucial para realizar cualquier maniobra en órbita, incluido el regreso a la Tierra. Tampoco podía orientar su único panel solar para recargar sus baterías, lo que sería un serio problema a medio plazo.
Pese a ello y valiéndose de un periscopio al final logró orientar la nave, pero pasada la decimoséptima órbita se le ordenó que regresara a tierra. Tras intentarlo no pudo conseguirlo debido a un fallo en los motores. El segundo intento se daría en la decimonovena órbita.
En un principio su regreso pareció salir bien, hasta que el equipo de búsqueda y rescate se encontró todo lo opuesto: la cápsula estrellada y envuelta en llamas, y Komarov muerto en su interior. Un fallo en el paracaídas de la nave impidió que se abriera durante la caída, y los motores para frenar el aterrizaje se accionaron poco después de aterrizar.

Komarov se convirtió en la primera muerte producida en un accidente de vuelo espacial.
La tripulación de la Soyuz 11
La Soyuz 11 fue la primera misión espacial tripulada en habitar una estación espacial, la Salyut 1, primera estación espacial de la historia y que fue lanzada el 19 de abril de 1971 a 200 kilómetros sobre la Tierra.

En su corto período de vida dos tripulaciones a bordos de naves Soyuz pudieron visitarla y tuvo un impacto realmente positivo en la investigación de pruebas médicas y crecimiento de plantas en el espacio. Su aportación a la exploración espacial fue notable, pero la URSS cometió una serie de errores que no debió ignorar, empezando por el uso de trajes espaciales.
Tanto en el programa Vosjod como el programa Soyuz se decidió prescindir de los trajes espaciales para acomodar a su tripulación, una medida duramente criticada por algunos jefes militares y cosmonautas soviéticos, pero largamente ignorada por sus líderes.
El 29 de junio de 1971 la tripulación de la Soyuz 11 a bordo de la estación espacial preparaba su partida y se disponían a embarcar en la nave. Sin embargo al cerrar la escotilla los sensores detectaron que el cierre no era hermético, y siguiendo las órdenes de la agencia de control procedieron a realizar numerosos intentos hasta que finalmente la luz de advertencia se apagó y se cercioraron de que la esclusa estaba herméticamente cerrada.
Al cabo de un rato ocurrió el accidente: un escape de aire que acabó por asfixiar a la tripulación al carecer de trajes espaciales. La causa de la fuga no se aclaró del todo al comienzo, en su momento James Oberg afirmó que el accidente se produjo debido al mal cierre de la escotilla, pero años más tarde se retractó atribuyéndolo a una válvula de un milímetro de diámetro que existía para equilibrar la presión con el exterior. Dicha válvula solo debe abrirse a 4 km de altura sobre la superficie terrestre, pero en su lugar se abrió durante la maniobra de separación de estación espacial.

Pese a ello la nave siguió su curso y aterrizó en la Tierra sin mayor problema, las estaciones achacaron la falta de contacto a una avería en el sistema de comunicaciones: no fue hasta el aterrizaje que descubrieron que su tripulación había muerto media hora antes.
El Transbordador espacial Challenger
Calificado como el peor accidente que haya vivido la exploración espacial hasta la fecha, el 28 de enero de 1986 más de medio mundo presenció en directo la desintegración del transbordador espacial Challenger que se saldó con la vida de siete astronautas: Francis Scobee, Michael J. Smith, Ronald McNair, Ellison Onizuka, Gregory Jarvis, Judith Resnik y Christa McAuliffe.

A diferencia de lo que se conoce popularmente, el transbordador espacial Challenger no “explotó”, sino que se desintegró debido a una serie de fallos, tanto técnicos como humanos. La desintegración comenzó después de que una junta tórica del cohete acelerador fallara durante el despegue, causando la apertura de una brecha que provocaría una fuga de gas caliente que entraría en contacto con el tanque externo de combustible. Esto provocó una serie de daños en cadena hasta el punto que la fuerza aerodinámica destruyó por completo el orbitador.
La tripulación no murió al instante ni tampoco se ha podido determinar la causa exacta de su muerte, pero la causa probable señala el impacto de la cápsula contra el océano a una velocidad de casi 330 km/h. Hay indicios de que algunos de los miembros de la tripulación todavía seguían conscientes durante la caída, llegando incluso a intentar controlar el amerizaje. El compartimento fue recuperado del fondo del océano tras una larga operación de búsqueda y rescate.

A raíz del accidente se creó la comisión Rogers para investigar lo ocurrido y gracias a la cual se pudo determinar el fallo de las juntas tóricas. Por otra parte también se acusó de inacción a la NASA y su subcontratante, Thiokol, al descubrirse que los ingenieros de la NASA estaban al corriente del problema de las juntas tóricas desde 1977. Thiokol por su parte alertó a la NASA antes del lanzamiento sobre las bajas temperaturas que había aquel día, señalando su posible impacto en la resistencia de las juntas tóricas, pero la NASA ignoró la advertencia sosteniendo que si una junta tórica fallaba la segunda se sellaría igualmente, algo demostrado en los ensayos previos.
El accidente del Challenger paralizó la carrera espacial durante más de 30 años y ha tenido sus repercusiones en el transcurso de la misma, como la privatización del sector y la prohibición de enviar más civiles a bordo. En los tres años posteriores la NASA estuvo rediseñando los cohetes de aceleración de sus transbordadores, junto a otra serie de revisiones técnicas reforzando la seguridad de los cohetes.
El Transbordador Espacial Columbia
Tras el accidente del Challenger la NASA tuvo un recorrido menos ambicioso, pero con una buena serie de éxitos con problemas de menor grado gracias al programa Discovery con un total de 39 misiones durante casi 30 años. Aunque el 1 de febrero del 2003 se repitió la tragedia del Challenger: el transbordador espacial Columbia se desintegró en su reingresó acabando con la vida de sus siete astronautas, Rick D. Husband, William C. McCool, Michael P. Anderson, Kalpana Chawla, David M. Brown, Laurel Clark y Ilan Ramon.

En este caso el accidente se debió a una rampa bípode echa de espuma de aislamiento térmico y de aproximadamente un metro, destinada a impedir la formación de hielo cuando el depósito se llena de hidrógeno y oxígeno líquido: de lo contrario podría dañar gravemente el transbordador entero. Durante el lanzamiento se desprendió un trozo de la espuma de aislamiento golpeando el ala izquierda. Anteriormente la NASA observó desprendimientos como este en cuatro vuelos anteriores, pero de un modo similar al problema de las juntas tóricas del Challenger estimaron el fenómeno como algo usual al no haber consecuencias graves en los casos anteriores.

Con Columbia algunos ingenieros sospecharon que el desprendimiento fue mucho más grave que en otras ocasiones, pero la administración de la NASA limitó la investigación dado que la tripulación ya no podría hacer nada al respecto. En su reingreso en la Tierra los daños permitieron que los gases atmosféricos penetraran y destruyeran la estructura interna del ala, inestabilizando la nave y provocando roturas en cadena hasta desintegrarse por completo.
Tras muchos análisis y pruebas complejas se pudo determinar de forma segura que la rampa bípode era innecesaria y se retiró en los siguientes diseños. Por otra parte las misiones posteriores se limitarían a realizar traslados a la Estación Espacial Internacional con tal de ofrecer un refugio seguro a las astronautas, en lugar de orbitar y volver a Tierra.
Protocolo en caso de muerte
A día de hoy todas las muertes de astronautas se han dado o en tierra o en órbita terrestre y de un modo u otro los cuerpos siempre han vuelto. Aun así la NASA y el resto de agencias espaciales estudian un protocolo en caso de muerte en el espacio.
Siguiendo el mismo ejemplo que el ejército, el sentido común nos dice que el cuerpo sería repatriado a la Tierra dentro de una lanzadera o un módulo de mando, pero en la práctica no es lo más sencillo e incluso en su reentrada tanto la nave como el cuerpo sufrirían graves daños. La segunda opción que se nos ocurre es lanzar el cuerpo al espacio: tampoco es posible, la ONU no lo permitiría al considerarse “contaminación espacial”.

Dejando a un lado todos los accidentes y muertes comentadas atrás lo cierto es que las misiones espaciales han demostrado ser bastante seguras, especialmente tras la evolución del sector privado espacial gracias a empresas como SpaceX y Blue Origin. Pero ir hasta la Estación Espacial Internacional o hasta la Luna no es lo mismo que viajar hasta Marte: hablamos de un trayecto de más de 6 meses lleno de muchos retos y muy lejos de casa.
No existe un protocolo oficial y según una entrevista en StarTalk Radio el astronauta Mike Massimino comentó que nunca se ha tratado el tema en sus entrenamientos. Por otro lado los informes de la NASA dejan claro que dan más prioridad a la prevención y la seguridad que a qué hacer si un astronauta muere en el espacio.
Pero el astronauta Chris Hadfield sí compartió una curiosa anécdota en su libro ‘Guía de un astronauta para vivir en la Tierra‘: un ejercicio en grupo junto a sus compañeros donde se plantea el escenario en el que muere un compañero, y en una ronda de sugerencias deben dar entre todos con un modo de proceder. Se trata de un ejercicio pensado para que los astronautas aprendan a manejar la situación en caso de la muerte de un compañero.
Y finalmente tenemos el “Body Back”, una propuesta de Susanne Wiigh-Masak y su grupo de investigación que surgió a raíz de un concurso organizado por la NASA. Dicha propuesta sugiere que el cadáver de un astronauta se coloque en un saco hermético y exponerlo a las temperaturas heladas del exterior para posteriormente sacudirlo intensamente hasta que su interior se haga añicos, pasando a ser polvo espacial.

Otra de las propuestas ofrecidas fue utilizar los cuerpos fallecidos para realizar cultivos en el planeta rojo, una idea que de un modo u otro nos recuerda bastante a ‘The Martian’.
Comentarios
Excelente. Literatura relativamente poco difundida.