Luz verde para Tianwen-1: China está lista para explorar Marte

Publicado por: Adrián Ruiz
Tianwen-1

En las últimas 24-48 horas parece que China ha estado ultimando todos sus preparativos para dejar listo su cohete Larga Marcha 5, un proyecto que se anunció en 2001 y lleva desde el 2007 en desarrollo. Sin trascender en detalles ni comunicados oficiales, se ha sabido que el cohete ya se encuentra en la plataforma del Centro de Lanzamiento de Satélites de Wenchang y se cree que entre las próximas 24 horas y el próximo 8 de agosto se efectuará su lanzamiento.

Se trata de un cohete pensado para lanzar grandes cargas a órbita baja durante los próximos 20-30 años, y entre sus propósitos iniciales está el de facilitar la construcción de la Gran Estación Espacial china durante este año, y la misión Tianwen-1, con la que el gigante asiático se propone explorar Marte.

La misión

Tianwen-1 se trata de la segunda de las tres misiones a Marte que intentarán sacar provecho de la ventana de lanzamiento de este año. Los primeros han sido los Emiratos Árabes Unidos con su sonda Hope lanzada el pasado domingo, y más adelante será el turno de la NASA con el rover Preseverance, de la misión Mars 2020. Fuera de la ecuación hemos quedado los europeos, que teníamos planeado el lanzamiento del rover euro-ruso Rosalind Frankin, que deberá esperar hasta el 2022.

La misión china se propone llevar hasta el planeta rojo un orbitador, una unidad de aterrizaje y un rover propio que hará compañía a Curiosity. El objetivo de la misión es buscar pruebas de microorganismos vivos o de vidas pasadas, así como estudiar el ambiente del planeta. Realmente el programa de la misión no se diferencia mucho de el de Mars 2020, con la diferencia de que los de la NASA solo enviarán un rover. Tianwen-1 estará diseñada para producir mapas de la superficie planetaria, la atmósfera y su ionosfera.

La sonda china Huoxing 1 ensanblada
La sonda china Huoxing 1 ensanblada

Para cumplir sus propósitos el orbitador irá equipado con siete instrumentos; una cámara de alta resolución y otra de media resolución, un radar para estudiar el subsuelo, un espectrómetro para estudiar la composición mineral del planeta, varios analizadores de partículas neutras y energéticas, y un magnetómetro. Se estipula que podrá operar a lo largo de un año marciano, es decir, 687 días terrestres.

Durante dos meses el orbitador obtendrá imágenes en alta resolución de toda la superficie para decidir el mejor lugar donde liberar el aterrizador, que será el encargado de dejar el rover en tierra firme.

Una vez en tierra el rover podrá estudiar el subsuelo gracias a sus radares. Con una serie de herramientas con los que irá equipado podrá analizar elementos como el clima y el entorno magnético. Su vida útil está diseñada para soportar las condiciones planetarias 90 días marcianos. Igualmente la corta duración de la misión no debería sorprender a nadie, Curiosity por ejemplo tenía una vida útil de 23 meses, y a día de hoy lleva más de 10 años operativo.

Como mencionábamos más atrás, otro propósito de la sonda es facilitar la construcción de una Estación Espacial. Su construcción será modular, y se usará la misión para poner en órbita el Tianhe, el primer módulo de estación, que tendrá 70 toneladas. Por último, China está construyendo en plena ciudad de Tianjin una antena de 70 metros, las más grande de Asia dedicada a misiones especiales, que se usará para poder comunicarse con la sonda.

Antena China
Antena de 70 metros para comunicarse con la sonda Tianwen 1 que China está construyendo en Tianjin (Xinhua).

Su lanzamiento está previsto entre el 23 de julio y el 8 de agosto, y si todo sale bien, habrá que esperar hasta febrero del 2021 para que la sonda llegue a Marte.

La nueva carrera espacial

Entre el surgimiento de empresas privadas espaciales, países como China o Emiratos Árabes echando el ojo al espacio, y una colaboración sin fronteras entre agencias especiales de todo el mundo parece que estamos viviendo una nueva carrera espacial donde el objetivo ya no es la Luna, sino Marte.

Y esto en gran parte se puede deber a dos factores clave; la ambición de Elon Musk y unos costes de lanzamiento cada vez más baratos. Hoy en día si dispones de capital, tecnología y un contrato no es ninguna complicación poner satélites en órbita. Por supuesto hay pesquisas legales por en medio, pero hablamos de una tecnología cada vez más accesible para las grandes corporaciones. Hasta Google se plantea llenar de satélites el espacio.

La vuelta de la NASA a los lanzamientos desde EEUU, la aprobación y puesta en marcha de la misión Artemis y la formación estadounidense de unas Fuerzas Espaciales no hacen más que avivar esta carrera espacial donde el ser humano busca reconquistar la Luna, recuperar 30 años de investigación perdida y alcanzar el planeta rojo. El gran propósito tras todo esto es ni más ni menos que tratar de lograr lo que deberíamos llevar décadas persiguiendo; asentar colonias autosostenibles en otros lugares antes de la Tierra se vuelva inhabitable.

La gran diferencia entre esta carrera espacial y la de la Guerra Fría que tuvo enfrentado a los Estados Unidos y la Unión Soviética es que la comunidad científica ha aprendido de errores pasados y sabemos que para lograr objetivos tan ambiciosos es necesario una colaboración conjunta. La Estación Espacial Internacional está formada por las agencias espaciales de Estados Unidos, Rusia, Japón, Canadá y Europa, y es considerada el mayor logro de ingeniería de nuestra historia.

Estamos ante una nueva era de exploración espacial que, aunque avanza lento, es cuestión de tiempo que pongamos a los primeros humanos en Marte.

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