Reseña de ‘La cumbre de los dioses’: placer visual envuelto de una historia fascinante
Publicado por: Adrián Ruiz
Dirigida por Patrick Imbert (‘El malvado zorro feroz’), ‘La cumbre de los dioses’ se dejó ver en Netflix el año pasado. Su paso por la plataforma de streaming fue tímido, pero no quita el hecho de que en FilmAffinity ostenta el puesto como segunda mejor película animada del 2021, solo por detrás de ‘Evangelion: 3.0+1.0’.
Co-escrita con Jean-Charles Ostorero y Magali Pouzol, la película está basada en una popular serie manga de mismo nombre de los mangakas Jiro Taniguch y Baku Yumemakura: una gigantesca narración de cinco volúmenes, que Imbert y su equipo han condensado en 90 minutos.
La cumbre del Everest
La historia sigue a Fukamachi Makoto, un periodista fotográfico obsesionado con descubrir si el legendario alpinista inglés George Mallory fue la primera persona en escalar el Everest en 1924. La investigación surge de un encuentro con Habu Joji, un escalador amateur que desapareció hace años, y que podría ser la clave que Makoto busca para su investigación.

La película arranca con unas líneas que describen, literalmente, la escalada, y plantean el dogma tan habitual entre alpinistas y escaladores: “Caminar, escalada, más escalada, siempre más alto. ¿Y para qué?”.
Ese interrogante nos persigue desde el momento que vemos a unos ficticios George Mallory y Andrew Irvine desapareciendo en la montaña nevada, pasando a décadas después, con Makoto fotografiando a un equipo japonés de escaladores que avanzan lentamente la cara suroeste del Everest, pero nunca llegan a la cima, lo cual frustra a Makoto.
Pero de aquella frustración Makoto tendrá un encuentro inesperado con el desaparecido Habu Joji, una vieja leyenda japonesa de la escalada en solitario, conocido también por su temeridad. Y aquí empieza gran parte de lo que constituye ‘La cumbre de los dioses’, centrando la narración en la historia de Habu, con una estructura narrativa equilibrada junto a la investigación de Fukumachi en el presente. Cada vez que el periodista recorre los archivos de Habu, pequeños retazos de su vida aparecen, con ciertos paralelismos con la vida del propio Makoto: ambos están buscándole un significado a su trabajo.
Lo más emocionante de toda la animación son esas ascensiones desgarradoras de Habu, con una representación impresionante que hasta nos recuerdan a documentales como ‘The Dawn Wall’ y ‘Free Solo’: la ansiedad es palpable y la piel se nos pone de gallina. Y es que gran parte del éxito de ‘La cumbre de los dioses’ no reside en su animación, si no en cómo traduce, con éxito, aquello que impulsa a personas como Alex Honnold (‘Free Solo’) a buscar retos muy peligrosos.

Todo esto viene acentuado por una animación impecable de la mano de Imbert y Gaëlle Thierry (directora de animación). Es como si la animación francesa y el anime japonés se hubieran juntado para dar lugar a algo nuevo, simple, pero igual de fascinante. El drama, la tensión y la representación de peligro se plasman con un estilo riguroso, que hace que nos olvidemos de que lo que estamos viendo es pura animación: se siente todo bastante real, casi humano.
En algún punto, evidentemente, Habu y Fukumachi se reencuentran, y entre la escalada metódica de uno y el enfoque fotográfico del otro, la relación entre ambos evoluciona y se desarrolla un tercer acto que cambia muy sutilmente toda la película. Y es ese tercer acto lo que eleva la cinta hasta la verdadera cumbre de los dioses.
- Disponible en Netflix
Si te ha gustado el artículo síguenos para no perderte nuestras publicaciones: