‘Gorrión rojo’, un thriller soberbio de espionaje clásico

Publicado por: Adrián Ruiz
Gorrión rojo

Ya poco se estila ese rigor de espías de la vieja unión soviética, de soldados sin mérito reconocido por sus sacrificios por la patria. ‘Homeland’ es una de las pocas producciones modernas que se esfuerzan en representar espionaje de alto nivel, con absoluta delicadeza y sin demasiada parafernalia que parece sacada de un episodio de ’24’.

Y ‘Gorrión rojo’ es la otra. Se trata de una adaptación de la novela de mismo nombre (‘Red Sparrow’) escrita en 2013 por Jason Matthews, un ex-diplomático de la CIA que dedicó 33 años de su vida a la agencia antes de convertirse en novelista con su trilogía de novelas de espionaje.

Una historia de sexpionaje y kompromat

En ‘Gorrión rojo’ conocemos a Dominika Egorova (Jennifer Lawrence), una joven bailarina que el servicio de seguridad ruso reclutará para ser un “gorrión”: agentes seductores adiestrados para utilizar su cuerpo como arma. El propósito de los gorriones no es otro que el de obtener materiales comprometedores de políticos u otras figuras públicas. Por otro lado un agente de la CIA, Nate Nash (Joel Edgerton), se verá obligado a escapar de la inteligencia rusa para salvaguardar la integridad de una de sus fuentes.

Gorrión rojo

Con esto estamos ante una historia que mezcla dos conceptos interesantes que, pese a ser una ficción, poco se alejan de la realidad. Para su novela Matthews se basó en hechos históricamente documentados empezando por el sexpionaje soviético. Se trata de una práctica antiguamente habitual entre los organismos de espionaje de la vieja URSS, mediante el uso de agentes conocidos como gorriones (mujeres) y cuervos (hombres). En contraparte, la obtención de material comprometedor para el posterior chantaje es algo común de la política actual de Rusia, y se le conoce como kompromat.

En ‘Gorrión rojo’ ambos conceptos se encuentran y se juntan en una interpretación contemporánea de lo que serían los gorriones soviéticos en una Rusia moderna. Hay cierto clasicismo, por supuesto, como la inevitable percepción americana de la inmoralidad de los rusos, aunque logra alejarse lo suficiente de la vieja URSS para sugerirnos una Moscú más realista.

El punto fuerte sin duda es el ingenio y el punto más álgido lo encontramos en el espionaje, al fin y al cabo estamos ante una historia de espías. Veremos un baile entre dos agentes en polos opuestos y que velan por sus propios intereses, mientras que de fondo dos agencias enfrentadas tratan de controlarlos. Y como thriller el gran secreto no se revela sin antes dejarnos cara de sorpresa: ‘Gorrión rojo’ juega tanto con nosotros que es imposible imaginar un final evidente.

Gorrión rojo

Tanto Lawrence como Edgerton destacan y dan lo mejor de sí, el dúo es perfecto y su elección no podía ser más acertada. Pero la gran mérito sin duda se lo lleva Lawrence por una actuación redonda en un papel lleno de obstáculos y dificultades que ha sabido encajar perfectamente.

En pocas palabras estamos ante una película de espías a la vieja usanza. Gracias a un tono más adulto y maduro, y unas escenas duras de ver hacen que la película se aleje bastante de los tópicos más comunes de Hollywood, especialmente cuando tratamos este género. Es una nueva oportunidad de disfrutar espionaje clásico en una producción moderna, lo que le aporta un importante valor único.

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