Las amas japonesas y la malinterpretación histórica del erotismo japonés

¿Qué tiene Japón que en su cultura general parece que esté sobrerepresentado el erotismo de tentáculos? Ese donde unos pulpos y otros animales marítimos, comúnmente de connotación mitológica, mantienen relaciones íntimas con una mujer. ¿Responde tal vez a un folclore, cuentos de leyendas, como aquel que habla de dragones en épocas lejanas? ¿O era realmente un fetiche de los feudos japoneses, como aquellos romanos que mantenían festines de sexo y orgías sin descanso?
A diferencia de lo que muchos podemos imaginar, el origen de esa clase de erotismo donde parecen estar normalizadas cierto tipo de relaciones no es más que una errónea interpretación cultural e histórica.
Y lo más irónico es que comenzó en Europa.
El ukiyo-e
En una época muy temprana, mucho antes de del año 220, en China se originó la xilografía, una técnica de impresión muy antigua que permitía ilustrar impresiones sobre tela. Japón heredó esta técnica creando la suya, el “ukiyo-e”, que en lugar de tela se haría sobre madera. Llegado el período Edo (1603-1868) la técnica japonesa alcanzaría una tendencia que sobrepasaría fronteras; se utilizaba para imprimir libros ilustrados, naipes, estampas religiosas, etc.
Se trata por lo tanto una práctica que forma parte de la historia de Japón y que no solo traspasó fronteras, sino que también revolucionaría la industria artística a escala global. El “ukiyo-e”, pese a su muchas funciones, era especialmente utilizado por artistas japoneses para crear lo que culturalmente se conocen como “pinturas del mundo flotante” y estampas japonesas; grabados realizados mediante xilografía para crear obras de arte. Entre ellas tenemos una de las más memorables que existen, ‘La gran ola de Kanagawa’, de Katsushika Hokusai.

Esta técnica fue muy popular a mediados del siglo XIX, surgieron muchos autores, y la demanda de estampas era inmensa, por lo tanto su producción también. Para abastecer el mercado solían diseñarse con variedades temáticas, y fue así como surgieron dos tipos de temáticas en la que algunos autores se especializaron; el humor y el sexo.
Poco a poco las fronteras japonesas iban abriéndose y Japón empezaba a ver mundo, era cuestión de tiempo que algo tan extendido en todo el país llegara pronto a Europa de la mano de comerciantes que viajaban por el mundo. El “ukiyo-e” se volvió tan popular que el mismísimo Francisco de Goya llegó a tener una colección e incluso se inspiró en esta técnica para sus obras. Y él no sería el único. Por ejemplo, Van Gogh también:

Manet, Degas, Renoir, Pissarro… los grandes artistas del siglo XIX tuvieron una influencia notable por el arte japonés, copiaron o inspiraron para sus obras. Realmente no es ningún secreto, a esto se le conoce históricamente como el “Japonismo”.
El arte japonés estaba de moda y a occidente le gustaba exportar y consumir su arte. Lo curioso es que las estampas de “ukiyo-e” se diseñaban sin ningún contexto ni significado oculto, pero los europeos estaban obcecados con querer darle una explicación a todo.
Y fue entonces cuando apareció ‘El sueño de la esposa del pescador’. El boom del arte.
Katsushika Hokusai
Hokusai no solo es conocido por ‘La gran ola de Kanagawa’, también realizaba arte “shunga”, que se trataba de libros de corte erótico y que estaban muy bien pagados. A diferencia de las estampas de “ukiyo-e”, el arte “shunga” se vendía en libros o colecciones que luego en Europa se separaban y se vendían como estampas independientes.
El problema es que el arte “shunga” consistía en pequeños relatos, de ahí que fueran libros o colecciones. Su finalidad iba desde excitar a las personas hasta educar en sexualidad a los más jóvenes. Pero Europa no entendía el japonés así que solía ignorar el relato, se diseccionaba, y se vendía como estampas, igual que el resto de obras de “ukiyo-e”.
Igual que pasó con el boom del “ukiyo-e”, el “shunga” también tendría su variante cómica; representaciones eróticas que banalizaban figuras sagradas, o simplemente contaban algún chiste verde y gracioso. Evidentemente para los europeos carecían de algún sentido más allá de lo que representaban gráficamente.

Fue entonces cuando llegó una de las obras más populares y polémicas de Japón, ‘El sueño de la esposa del pescador’, que era una referencia a las “amas de Japón” y que Europa malinterpretó completamente, hasta el punto que el mismísimo Picasso llegó a imitar la obra sin siquiera conocer su contexto.
Las “amas de Japón”, coloquialmente conocidas así por el kanji japonés, eran (y son) buceadoras dedicadas a la pesca subacuática y recolección de perlas. En japonés, ama significa “mujer buceadora”, y no realmente amas en el sentido literal de nuestro idioma.
Se trata de una profesión con más de dos mil años de antigüedad, y una profesión bastante difícil de ejercer. Al ser una actividad que se realizaba bajo el agua, para un mejor rendimiento solía realizarse sin nada de ropa lo cual dificultaba que los hombres pudieran realizarla por razones obvias, motivo por el que las mujeres asumieron ese rol. Aquello hizo que las amas japonesas se volvieran en un objeto de deseo para la sociedad, hasta el punto que los gobernantes debían protegerlas de los curiosos.
Salían al mar con tan solo una cuerda, una red y un cuchillo, algunas con suerte podían permitirse taparse. Y aunque ningún hombre ejercía este oficio, con el tiempo, la evolución social, las técnicas de pesca y los trajes de buceo, algunos hombres empezarían a ser amas también, aunque cultural y tradicionalmente ha sido siempre una profesión de mujeres. En la actualidad siguen existiendo en algunas zonas de Japón donde permanecen activas, constituyendo un importante elemento cultural y artístico.
El sueño de la esposa del pescador
La obra de Hokusai no es más que una representación mitológica y erótica de las amas japonesas. Y realmente no era algo nuevo en la cultura popular de Japón, para entonces ya existían cientos de relatos sobre las amas. Uno de los más conocidos, del año 614, hablaba de una ama que robó una perla del Palacio del Rey Dragón. Durante el boom de “ukiyo-e” se creó una estampa sobre aquel relato en la que evidentemente la ama saldría parcialmente desnuda, por razones obvias.

Lo que hizo Hokusai fue parodiar esta estampa en una obra de connotaciones cómicas, donde contaba que uno de los súbditos del Dragón atrapaba a la ama para comerle el clítoris sin compasión y producirle un orgasmo para debilitarla, y así recuperar la perla. En resumidas cuentas, un chiste verde.
Pero occidente carecía de conocimientos sobre la historia japonesa, las amas de Japón y el contexto de aquella estampa, por lo tanto acabaron interpretando que aquella mujer estaba siendo “violada por un pulpo”. En resumen, una malinterpretación totalmente sacada de contexto, y que llevó a una reinterpretación popular que las sociedades japonesas acabarían rechazando.
Pero, ¿y qué ocurre con el porno actual japonés? Es cierto que en el manga y el anime erótico hay una representación exagerada del “porno de tentáculos”, pero en realidad poco tiene que ver con todo esto. Su origen viene del manga ‘Urotsukidōji’ (1987), donde se da una escena en la que un monstruo con muchos tentáculos viola a una joven. Aunque no era un manga estrictamente erótico, debido a su violencia y perversidad fue muy popular y otros autores no tardarían en copiarlo, dando origen a un nuevo fenómeno pornográfico en el país.

Por supuesto esto no ayuda nada a la malinterpretación histórica del “shunga” y la obra de Hokusai, pero es importante saber separar ambas cosas y entender que en realidad Japón no tiene una cultura tradicional erótica sobre pulpos y tentáculos, y que una cosa es la tradición cultural, y otra un fenómeno popular del manga japonés.
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GRACIAS POR LOS COMENTARIOS HISTÓRICOS INTELIGENTES E ILUSTRATIVOS. HA