¿Qué nos puede contar de nosotros el ADN?

Gracias a la genética y la bionformática es posible inspeccionar nuestro ADN en busca de conocimiento, por ejemplo, de cual es nuestro origen. Hace relativamente escasos meses descubríamos que los varones de la península Ibérica fueron reemplazados hace más de cuatro mil años, lo cual es sorprendente.
El ser humano es curioso por naturaleza, y sin duda eso es algo que está en el ADN de todos nosotros. Es nuestro código, lo que nos define, y en él podemos leer como un libro abierto a cualquiera.
Conociendo nuestro ADN
Esta es una de las preguntas más recurrentes, y probablemente la más antigua hecha por el ser humano, está adherida a nosotros, como la piel. No es una pregunta que haya sido fácil de responder a lo largo de la historia, en parte debido a una falta de conocimiento y, por supuesto, de los medios necesarios.
Pero con el avance tecnológico, la ciencia y el empeño, esas preguntas cada vez se antojan más posibles. Pero, ¿cómo es posible? Sencillo; la respuesta está en el ADN de cada individuo.
Nuestro ADN es como un código de programación. Quien sepa de programación entiende el comportamiento de un código; en él se define cómo somos, nuestro aspecto, cómo nos comportamos, cómo funciona nuestro cuerpo.
Pero, por sorprendente que parezca, el código de un ADN es mucho más sencillo que cualquier lenguaje de programación. Su alfabeto se conforma de tan solo 4 letras, ATGC, que se repiten en miles de secuencias con toda clase de combinaciones, dando forma a nuestro código genético.

Por lo general suele haber poca variación en una misma especie. Es decir, el ADN de todos los seres humanos se parece bastante, al menos en lo que se refiere el orden alfabético de la secuencia entre dos completos desconocidos. Estaríamos hablando de un 99% idénticos.
Asimismo el ADN se compone por regiones, lo cual permite plantear interrogantes según la parte de nuestro código genético que queramos leer. Si nos centramos en ese 1% variable nos permitiría identificar individualmente a cada uno. Es el procedimiento habitual para las investigaciones forenses.
Cada región del ADN contiene información útil para cosas distintas. Por ejemplo, en biomédicina se suelen buscar en regiones específicas mutaciones asociadas a posibles enfermedades, estudiando secuencias de los genes que producen proteínas para buscar las mutaciones en dichos genes.
Otra de las posibilidades que ofrecen otras regiones del ADN es lo que hoy nos interesa; información sobre nuestros ancestros.
¿De dónde venimos?
En el caso particular, las regiones que se estudian para establecer el origen de uno se diferencian a las de la biomédicina. Aquí se usan los llamados haplogrupos.
Los haplogrupos son grupos de genes que siempre se heredan juntos porque no se combinan genéticamente. Estos grupos de genes se conocen como haplotipos.
Para buscar a los ancestros se usan específicamente dos haplotipos. Por un lado los del cromosoma Y que nos muestra el linaje paterno, mientras que el haplotipo del ADN de la mitocondria nos traza el linaje materno, ya que la mitocondria se hereda exclusivamente por vía materna.

Para establecer nuestros orígenes hacen falta dos cosas; nuestro ADN, y el ADN de nuestros ancestros. Esto siempre ha dificultado poder establecer un origen en épocas más antiguas, incluso arcaicas, por la enorme dificultad que supone extraer muestras de ADN en buen estado.
Pero gracias a los avances científicos ha sido posible secuenciar muestras de ADN muy desgastadas, y con los avances tecnológicos ha sido posible desarrollar miles cálculos con algoritmos que comparan miles de muestras distintas.
Gracias a estos avances hemos podido establecer curiosos descubrimientos sobre la Península ibérica. Una investigación liderada por Iñigo Olalde (Harvard Medical School, USA) y Carles Lalueza-Fox (IBE, CSIC-UPF) analizó cientos de muestras de ADNa desde el Neolítico hasta los 1500.
De los resultados obtenidos, hubo varias migraciones. La primera desde el norte de España en plena edad de piedra, la llegada de inmigrantes del norte de África hace 4000 años, y de grupos multi-étnicos romanos y griegos durante esas mismas etapas.

También se produjo una migración desde Europa Central en la Edad del Cobre. Duró aproximadamente 400 años, y reemplazó a casi a toda la población masculina autóctona de la península, hará unos 4500-4000 años.
Los mapas de distribución de haplogrupos
Con una simple muestra de nuestro ADN es posible establecer nuestro origen consultando los distintos mapas de distribución de haplogrupos que existen.
Mediante un organismo oficial es posible solicitar una prueba de ADN. Normalmente consiste en un kit que te envían, tu mismo tomas una muestra de tu saliva, y luego lo devuelves. Este es enviado de vuelta al laboratorio y en cuestión de semanas se obtienen los resultados. Por supuesto, dependiendo de la compañía que haga la prueba, esta tendrá un coste u otro.
Con estas investigaciones es posible establecer orígenes ya sea por épocas, grupos étnicos o territorios. Por ejemplo, en ResearchGate podemos encontrar un estudio para establecer los haplogrupos mitocondriales de las poblaciones argentinas de Córdoba y San Luis, o el descubrimiento de indoeuropeos preceltas que son desdencientes de campaniformes ibéricos.
El ADN es un libro lleno de información sobre nosotros muy útil, y que la gran mayoría de nosotros desconocemos todavía. Llevamos toda la vida buscando respuestas ahí fuera, cuando resulta que siempre las hemos tenido dentro de nosotros.

Este artículo ha sido publicado por un colaborador invitado.
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